Dos hombres vestidos de gris

Es más lo que les une que lo que les separa. Ambos son varones; andan por la sesentena; se han formado en EEUU, han trabajado para la Unión Europea, y visten principalmente de gris. Unos perfectos euromellizos alumbrados esta semana por otro par más veterano, los Merkozy.

Los nuevos mellizos Papamonti compartirán cumpleaños en torno al 11-11-11, que es una fecha con bastantes buenos augurios (o no). Buceando en la hemeroteca, la mayor diferencia que encontré ayer entre ellos la daba The Guardian: Lucas Papademos adelanta a Mario Monti en el rating de grisura elaborado por el diario británico. En un baremo de uno a cinco, Papademos se lleva la palma con un cuatro y Monti apenas logra un tres.

Por muy bien que nos los pinten ahora, los Papamonti esconden también pecadillos. El primero estaba en Banco Central griego cuando se falsificaron las cuentas de su país y fue asesor económico del vilependiado Yorgos Papandreu. En cuanto al italiano, apodado Supermario, se enfrentó a Bill Gates cuando era comisario.

Pero imaginemos que esta nueva pareja de bomberos que viene a apagar el fuego en la periferia europea va a portarse impecablemente a partir de la semana que viene. Que harán todos los deberes que les ha encomendado el bombero-jefe de la Unión Europea, Olli Rehn (comisario de Economía) y que además terminarán pronto, a tiempo de convocar unas elecciones democráticas... ¡¿con el mismísimo Silvio Berlusconi como candidato al 12 otra vez?! Pues bien, aún así, los trabajos de estos nuevos euromellizos Papamonti no bastarán- necesariamente- para salvar la Eurozona. Así lo sentenció ayer el gurú Nouriel Roubini, el profesor de NYU que se ha ganado el respeto del mundo por adelantarse a la crisis de las hipotecas-basura.

Roubini también auguró en Davos en 2006 los problemas de la Eurozona. Giulio Tremonti, hoy de salida, le gritó entonces: «¡Vuélvete a Turquía!». Roubini, hijo de judíos iraníes, nació en Estambul y se crió en Italia.

En un artículo en el FT, Roubini mantiene que la ruptura de la Eurozona sólo puede evitarse «si el Banco Central Europeo se convierte en el bombeador último de dinero y rebaja los tipos de interés a cero, y esto se combina con el estímulo fiscal en Alemania y el corazón de la Eurozona, así como la austeridad en la periferia».

El peso de ese crash no recae solo sobre los Papamonti. Depende también- y cúanto- de Angela Merkel, la mujer más importante del mundo. Hace apenas dos semanas, David Cameron añadió otro término a la jerga comunitaria: Gran Bazuca. Se refería el premier británico a las medidas necesarias (abrir el grifo del BCE) para salvar la Eurozona. La metáfora del lanzagranadas americano de la II Guerra Mundial irritó sobremanera a los Merkozy. Pero la expresión- Big Bazooka- ya se ha popularizado. Porque son los buenos generales los que ganan las guerras (incluso la de los mercados). No dos hombres vestidos de gris.

ana.romero@elmundo.es